Si bien había sexo , era desazón lo que me trasmitían las imágenes, y la sensación de aspereza total ... Sin poder aclarar mis ideas recurrí a ver otros comentarios para ver si se hacia algo de luz y encontré en las palabras de Mannuél Marquez una puerta y se los comparto mas abajo,
mi punta je 8
Se me ocurre esta imagen , es un bombón de vinagre , parece una cosa y es otra
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Dirección: Patrice Chéreau.
País: Francia.
Año: 2000.
Duración: 119 min.
Interpretación: Joe Prospero (Luke), Marianne Faithfull, Kerry Fox, Mark Rylance, Timothy Spall.
Guión: Patrice Chéreau, Hanif Kureishi y Anne-Louise Trividic.
Producción: Patrick Cassavetti, Charles Gassot y Jacques Hinstin.
Música: Éric Neveux.
Fotografía: Eric Gautier.
Montaje: François Gédigier.
Diseño de producción: Hayden Griffin.
Dirección artística: Jacqueline Abrahams.
Vestuario: Caroline de Vivaise.
CRÍTICA
Manuel Márquez
A veces, las apariencias engañan. Intimidad (Intimacy, 2000) es una película de terror.
Intimidad no es una película de sexo. Pese a que lo que vemos, a lo largo de buena parte de su metraje, es sexo, puro sexo (sin aditivos, conservantes ni colorantes: es decir, amor, afecto y esas otras zarandajas de las que solemos rodearlo...), y mucho, y muy explícito (en este punto, hay que hacer especial mención a las interpretaciones de sus protagonistas, Mark Rylance y Kerry Fox; quizá se puede entrar en ciertas disquisiciones sobre su calidad, pero no sobre su valentía: a tumba abierta...), Intimidad no es una película erótica, porque pesa más lo que el sexo esconde, las carencias que tapa, las ausencias que oculta (de amor, de comunicación, de cariño; quizá, incluso, de sentido) que lo que muestra.
Intimidad tampoco es un drama, o, al menos, no es un drama al uso. Y no porque su trama no se atenga, básicamente, a las convenciones del género (con todas las salvedades que se quieran hacer al respecto), sino porque no se atisba en todo el desarrollo de la historia ni una mínima línea de fuga (hacia alguna forma de esperanza, o de redención), ni un mínimo contrapunto cómico, o, cuanto menos, simpático. Su aspereza es devastadora, y cuesta trabajo encontrar en ese retablo de negaciones (unos amigos que no son amigos; unos trabajos que no son trabajos; unas familias que no son familias) algún elemento "en positivo".
En Intimidad hay buen cine, y, sobre todo, hay una intención clara de mostrar una historia amarga, desesperanzada y que te haga reflexionar algún tiempo más allá de los diez minutos posteriores a tu salida de la sala (algo tan poco habitual en estos tiempos que corren, y en sus tendencias no sólo fílmicas, en particular, sino artísticas -¿?-, en general).
Y es ahí, pensando, pensando, donde te asaltan las dudas. Dudas cuando te cruzas con tu vecina en la escalera, porque, aunque esquives su mirada, no puedes dejar de pensar si ella no tendrá, también, un gran secreto oculto. Dudas de tu compañero de trabajo, del que desconoces cualquier detalle más allá del comentario trivial en la barra del bar donde tomas la cerveza rutinaria. Y dudas hasta de ti mismo, de hasta dónde te has construido sobre verdades o sobre mentiras, y de si tu edificio se sostiene sobre bases sólidas, y de si mañana, igualmente, tú también te podrías romper... Y es ahí donde te entra el miedo, mucho miedo.
Por eso, porque las cosas no siempre son lo que parecen, Intimidad es, al fin y al cabo, una película de terror...
Imágenes de Intimidad - Copyright © 2000 Arte France Cinéma, Azor Films, France
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Dirección: Patrice Chéreau.
País: Francia.
Año: 2000.
Duración: 119 min.
Interpretación: Joe Prospero (Luke), Marianne Faithfull, Kerry Fox, Mark Rylance, Timothy Spall.
Guión: Patrice Chéreau, Hanif Kureishi y Anne-Louise Trividic.
Producción: Patrick Cassavetti, Charles Gassot y Jacques Hinstin.
Música: Éric Neveux.
Fotografía: Eric Gautier.
Montaje: François Gédigier.
Diseño de producción: Hayden Griffin.
Dirección artística: Jacqueline Abrahams.
Vestuario: Caroline de Vivaise.
CRÍTICA
Manuel Márquez
A veces, las apariencias engañan. Intimidad (Intimacy, 2000) es una película de terror.
Intimidad no es una película de sexo. Pese a que lo que vemos, a lo largo de buena parte de su metraje, es sexo, puro sexo (sin aditivos, conservantes ni colorantes: es decir, amor, afecto y esas otras zarandajas de las que solemos rodearlo...), y mucho, y muy explícito (en este punto, hay que hacer especial mención a las interpretaciones de sus protagonistas, Mark Rylance y Kerry Fox; quizá se puede entrar en ciertas disquisiciones sobre su calidad, pero no sobre su valentía: a tumba abierta...), Intimidad no es una película erótica, porque pesa más lo que el sexo esconde, las carencias que tapa, las ausencias que oculta (de amor, de comunicación, de cariño; quizá, incluso, de sentido) que lo que muestra.
Intimidad tampoco es un drama, o, al menos, no es un drama al uso. Y no porque su trama no se atenga, básicamente, a las convenciones del género (con todas las salvedades que se quieran hacer al respecto), sino porque no se atisba en todo el desarrollo de la historia ni una mínima línea de fuga (hacia alguna forma de esperanza, o de redención), ni un mínimo contrapunto cómico, o, cuanto menos, simpático. Su aspereza es devastadora, y cuesta trabajo encontrar en ese retablo de negaciones (unos amigos que no son amigos; unos trabajos que no son trabajos; unas familias que no son familias) algún elemento "en positivo".
En Intimidad hay buen cine, y, sobre todo, hay una intención clara de mostrar una historia amarga, desesperanzada y que te haga reflexionar algún tiempo más allá de los diez minutos posteriores a tu salida de la sala (algo tan poco habitual en estos tiempos que corren, y en sus tendencias no sólo fílmicas, en particular, sino artísticas -¿?-, en general).
Y es ahí, pensando, pensando, donde te asaltan las dudas. Dudas cuando te cruzas con tu vecina en la escalera, porque, aunque esquives su mirada, no puedes dejar de pensar si ella no tendrá, también, un gran secreto oculto. Dudas de tu compañero de trabajo, del que desconoces cualquier detalle más allá del comentario trivial en la barra del bar donde tomas la cerveza rutinaria. Y dudas hasta de ti mismo, de hasta dónde te has construido sobre verdades o sobre mentiras, y de si tu edificio se sostiene sobre bases sólidas, y de si mañana, igualmente, tú también te podrías romper... Y es ahí donde te entra el miedo, mucho miedo.
Por eso, porque las cosas no siempre son lo que parecen, Intimidad es, al fin y al cabo, una película de terror...
Imágenes de Intimidad - Copyright © 2000 Arte France Cinéma, Azor Films, France